¿CUANDO SE ES ARTISTA?

«Me pinto a mí misma porque soy a quien mejor conozco».

Frida Kahlo

El artesano o artista, es una profesión que ha sufrido grandes cambios, a lo largo de la historia, pero que siempre ha estado relacionada con unas capacidades técnicas. Si nos dirigimos a los primeros documentos de los que tenemos constancia, no existe separación entre ambos términos. Es así como los griegos o romanos hablaban de ars o techne-ars, donde incluían un amplio abanico de oficios como zapateros, médicos o poetas junto con lo que hoy consideramos bellas artes. 

Fue en el renacimiento, cuando la imagen del artista comenzó a forjarse tal y como la conocemos hoy día, tomando un papel más relevante en la sociedad y suponiendo un cambio al alza, en su estatus.  

A pesar de la idea preconcebida de que el artista es aquel que se expresa a través de su arte, los primeros artífices, trabajaban cubriendo una necesidad existente. Los nobles necesitaban decorar sus casas y ellos cubrían esta función, y lo hacían por dinero. En ese negocio, competían entre ellos por los encargos, colaboraban o incluso acababan obras empezadas por otros. “Era el patrón, el mecenas, el verdadero promotor de la arquitectura, la escultura y la pintura, quien ejercía un papel capital para determinar tanto las formas como los contenidos de las obras” (Campás s.f.). 

En medio de esta marabunta laboral, es cuando un grupo de artistas cortesanos siente la necesidad de hacerse ver.  Surge, de ese modo, en Italia, el género del autorretrato. Con estos autorretratos, buscaban “Reclamar para si una condición social elevada, por la forma en que se representaban a sí mismos, vestidos como gentilhombres y mirando directamente al observador” (Shiner 2004a).  

Mas adelante, durante el siglo XVIII se realizan las primeras diferenciaciones en la dicotomía artista-artesano. Promovido principalmente, por la aparición de los salones de arte, en los que “La fortuna crítica de una obra de arte o de un artista dejó de depender de una minoría de patrocinadores o de académicos para hacerlo directamente del gusto público” (Campás s.f.).  Este hecho, les otorgó a los artistas un halo de misterio e imaginación que los separa de los artesanos. Idea, que se seguirá elevando durante los siglos siguientes con estereotipos románticos, que, en su mayoría perduran hasta nuestros días. “La profesión del artista pasa a convertirse no en una simple profesión, sino en la más elevada” (Shiner 2004b). 

Los artesanos por su parte quedan relegados a trabajos más manuales y en serie. Este concepto se vio fuertemente reforzado durante el siglo siguiente con la revolución industrial. Momento histórico en el que su estatus se fue degradando progresivamente hasta el punto de que “Muchos se vieron obligados a renunciar a sus negocios independientes” (Shiner 2004b).  

Así, la visión occidental del arte basa su diferenciación de los conceptos artista y artesano, en la fuente de la capacidad: imaginación vs perfeccionamiento. DaVinci dijo: “El artista que aprende del maestro es nieto de la naturaleza, y podría ser su hijo aprendiendo directamente de ella” (Campas s.f.). Haciendo referencia a que los jóvenes, no debían aprender de sus maestros, sino directamente de la naturaleza.  

Este concepto, dista mucho del de otras culturas como la oriental, en la que ambas definiciones siguen cogidas de la mano. En Japón, la enseñanza se basa en la repetición y en la imitación. Los alumnos copian las obras de su maestro y las repiten hasta conseguir una “perfección técnica”, que aquí asemejaríamos a la de un artesano, y, sin embargo, para ellos: “Solo cuando el discípulo haya superado todos los problemas técnicos, estará autorizado a dibujar según su sensibilidad” (Raymond 1986).  

Las mujeres artistas.  

A medida que la profesión del artista va tomando fuerza en la sociedad renacentista, los hombres empiezan a apropiarse de ella: “Comienzan a excluir a las mujeres y consiguieron ordenanzas municipales en las que se prohibía el trabajo femenino independiente” (Shiner 2004a). De esta forma, “quedaron relegadas a artesanías como el bordado o artes menores como la pintura de flores” (Shiner 2004b) 

La invisibilidad de las mujeres pintoras provoco que muchas, abrazaran el género del autorretrato reivindicando su profesión, intentando aumentar su visibilidad. Para ello se representaban con herramientas asociadas a su oficio.  

Así, en el siglo XVI, encontramos el “Autorretrato con alegoría de la pintura” de Artemisa (imagen 1) en el que, como su nombre indica, no solo se pintó, sino que se convirtió en la alegoría de la propia pintura. Se atreve a mostrarse pintando, en una postura que demuestra sus “grandes dotes para representarse en escorzo, al realizar el cuadro, dominando no solo la técnica, sino también lo que quería llegar a decir” (García 2021).  

Ya en el s XIX las academias empiezan a abrirse muy lentamente, pero las artistas tuvieron que hacer frente a otras dificultades, como conseguir que la carrera superara al matrimonio o no ser consideradas “artistas menores”. Berthe Morisot, fue una de las grandes artistas del impresionismo, pero “debido a su condición de mujer burguesa su margen estaba muy limitado pudiendo solo pintar en el hogar o en parques durante el día” (MVF 2019). Se autorretrata de costado (imagen 2), mirando de frente al espectador, parece estar diciendo, mírame, estoy pintando.  

Durante el siglo XX el autorretrato se convierte en el “territorio de la modernidad femenina” (García 2021). Zinaida Serebriakova “nunca pintó modelos profesionales, siempre utilizó a amigos, familia y a sí misma como protagonista de sus cuadros” (Calvo 2016). Solía mostrar imágenes costumbristas, mostrando la belleza de lo cotidiano. Con esa cotidianeidad se retrata en esta obra (imagen 3), sentada en su sillón, pinceles en mano y mirando al frente. Su mirada y expresión traspasan al espectador, como si de la obra que está pintando se tratara.  

Mailou Jones por su parte, se inmortaliza frente a su lienzo, con los pinceles declarando orgullosa que es una artista (imagen 4). “Tras ella dos esculturas africanas la flanquean, que reivindican la deuda con las artistas negras que la precedieron” (García 2021) 

Mi autorretrato 

El autorretrato, cultivado por todas ellas, constituye precisamente la necesidad de reivindicar el yo. “Yo existo, yo pienso, yo pinto” (Marrero 2020). Como ellas, en mi autorretrato, me muestro pintando.  

Pinto, con el brazo elevado al igual que lo hace Artemisia Gentileschi, pero me posiciono mirando de frente al espectador, como el resto de las referentes, reivindicando de esa manera mi visibilidad como artista.  Intento hacer que mi mirada traspase, colocando el lienzo justo delante del que observa, como si hubiera un cristal entre nosotros, al modo de la obra de Zinaida Serebriakova. 

Imagen 1. Autorretrato como alegoría de la pintura. 1639. Artemisa Gentileschi (1593–1656) (Gentileschi)

El dibujo esta realizado en carboncillo y grafito, le añado algunos toques de color, saliendo del pincel al igual que la imaginación. Asemejo este contraste, a la obra impresionista de Berthe Morisot, en la que se dibuja unas flores en el pecho que contrastan con el tono ocre general de la obra, dotando al retrato de cierta feminidad. 

Imagen 2. Autorretrato. 1885. Berthe Morisot (1841–1895) (Morisot)

El color esta aplicado mediante una técnica artesanal, el bordado. Intento con ello hacer referencia a nuestros orígenes, a los artesanal. Al igual que Loïs Mailou Jones, muestra sus orígenes africanos, yo busco hacer alegoría a esos orígenes de la feminidad, en los que quedamos relegadas a “nuestras labores” y que lejos de anular nuestra imaginación, la hizo salir reforzada. 

Imagen 4. Autorretrato. 1940. Loïs Mailou Jones (1905-1998). (Jones)

El autorretrato, aunque mirado a simple vista nos puede parecer una mera imagen del autor, es mucho más que eso. Si penetramos en lo profundo de la obra, podremos ver una imagen que está cargada de vida, deseos o sueños, que lejos de tratarse de una imagen física, nos muestra la misma esencia del artista, nos muestra su alma. En todos los artistas que se retratan, recalco un deseo común, al cual yo comparto en el mío, el de ser artista.  

 Bibliografía:  

Calvo Miguel (2016) “Zinaida Serebriakova” Disponible en: https://historia-arte.com/artistas/zinaida-serebriakova (Consultado 16 de Noviembre de 2022) 

Campás Joan (s.f.) “El artista a lo largo de la historia” [Recurso de aprendizaje textual], Fundació Universitat Oberta de Catalunya (FUOC).  Disponible en: https://materials.campus.uoc.edu/daisy/Materials/PID_00248783/pdf/PID_00248783.pdf (Consultado 10 de Noviembre de 2022) 

Campás Joan [UOC] (2017) “Història de l’art – Bloc 5 – La intenció de l’artista”. [YouTube] 19 de Mayo. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=VqZ7nyp7d3o&feature=youtu.be (Consultado 12 de Noviembre de 2022) 

Marrero (2020) “Autorretrato femenino, la reivindicación del yo”. Tripticum, ágora de humanidades y periodismo literario (blog). 4 de Marzo de 2020. Disponible en:  https://tripticum.com/2020/03/04/autorretrato-femenino-la-reivindicacion-del-yo/ (Consultado: 16 de Noviembre de 2022)   

MVF (2019) “Berthe Morisot ” Disponible en: disponible en: https://historia-arte.com/artistas/berthemorisot (Consultado 16 de Noviembre de 2022) 

García Deborah (2021) “El autorretrato femenino reclama su lugar en el mundo del arte”. El diario.es (blog). 20 de noviembre de 2021. Disponible en: https://www.eldiario.es/cultura/arte/autorretrato-femenino-reclama-lugar-mundo-arte_1_8509186.html (Consultado: 16 de Noviembre de 2022) 

Shiner Larry (2004a) “El cambio en la condición de los artesanos/artistas”. En: La invención del arte: una historia cultural. Editado por Paidós, p. 363-370. Barcelona 2004. Disponible en: https://protected-content.ftp.uoc.edu/biblioteca/prestatgeries/articles/protegits/20200/61491.pdf (Consultado 10 de Noviembre de 2022) 

Shiner Larry (2004b) “La imagen exaltada del artista”. En: La invención del arte: una historia cultural. Editado por Paidós, p. 363-370. Barcelona 2004. Disponible en: https://protected-content.ftp.uoc.edu/biblioteca/prestatgeries/articles/protegits/20200/61495.pdf (Consultado 10 de Noviembre de 2022) 

Thomas Raymond (1986) “La perfección técnica”. En: Sabi-wabi-zen: el zen y las artes japonesas. Editado por Edicomunicación, p. 55-68. Barcelona 1986. Disponible en: https://protected-content.ftp.uoc.edu/biblioteca/prestatgeries/articles/protegits/20200/61930.pdf (Consultado 10 de Noviembre de 2022)